viernes, 6 de julio de 2012

830 diablillos

Después de cinco intensas semanas toca sentarse a reflexionar sobre la experiencia que hemos vivido, y cómo no, compartirlo con todos vosotros.

Nuestro paso por la Comunidad ha estado repleto de experiencias, sentimientos, tiempos de reflexión, pero sobre todo de aprendizaje. Conscientes de que en un mes no podíamos cambiar nada, nos centramos en ayudar en todo lo posible. Los primeros días fueron un tanto desconcertantes, nos asignaron una casa a cada uno (los niños viven en diferentes casas dentro de la comunidad separados por sexo y rangos de edad) y ya, a partir de ahí ancha es Castilla: haz lo que quieras y puedas. ¡Ah! Una de nuestras experiencias fue vivir nuestro primer temblor (fueron tres en un mes y el último a Laura le pareció toda una vida).

La Comunidad se encuentra en un asentamiento humano a las afueras de Lima que cuenta con las trece casas, un colegio, biblioteca, clínica, talleres (panadería, soldadura, costura, etc), comedor e incluso un kiosco.

A Laura le tocó lidiar con las Suzuki, 30 niñas entre 11 y 16 años y la peque de 7, muchas de ellas en plena edad del pavo y con ganas de crecer demasiado rápido. Laura era todo oídos para escuchar sus problemas, ya que -como ellas dicen- “aquí no tenemos con quién hablar porque la de al lado también tiene problemas e incluso mayores”.

A mi me tocaron los “Bendinat”, el nombre para empezar es gracioso porque se lo puso un catalán (Ben dinat). Eran 50 niños de entre 8 y 14 años cada cual más cabroncete. Una auténtica batalla campal donde hacía las veces de tutor y de árbitro de boxeo.

Nuestro principal objetivo, aparte de ayudar en las tareas diarias como servir la comida, era ayudarles con los deberes y la verdad es que después de ver las condiciones en las que tienen que realizar las tareas, te puedes dar con un canto en los dientes si al menos cinco son capaces de concentrarse (no tienen sillas ni mesas, son cincuenta en una salita, cuando no hay dos pegándose a uno le han robado el cuaderno, al otro le han clavado un lápiz en la pierna, que si no tengo lápiz, que si no tengo goma, y un sinfín de anécdotas para no dormir, jeje). Por no hablar de los piojos que ves saltando entre sus cabezas (Laura incluida) como si de concursantes de humor amarillo se tratase.

Esto en cuanto a nuestras casas, pero nos gustaría contaros la situación general de toda la Comunidad: niños y niñas en situaciones muy complicadas por diferentes problemas familiares, muchos vienen de los barrios más pobres, otros de la selva y muchos otros de las montañas. Algunos tienen la suerte de recibir la visita de familiares los domingos, pero muchos otros viven alejados de sus familias durante todo el año... aunque como ellos dicen: esta es su familia.

Uno de los momentos más curiosos del día es la hora de comer, con toda la logística que se despliega (organizada a la peruana... ejem, un poco desastre pero funciona): desde el momento en que empiezan a cocinar con sus nueve ollas gigantes, las pobres ya aburridas de ser rellenadas con lentejas o arroz la mayoría de los días. La señora Pati se maneja como pez en el agua para dar de comer a estos 830 diablillos y conseguir que la comida llegue a ser apetecible (sobre todo cuando llevan casi tres semanas desayunando, comiendo y cenando lentejas). Es sorprendente ver a los niños comer sin rechistar, ahí queríamos ver a más de uno ;)

Durante las comidas también se puede ver lo asumido que tienen el tema de compartir, y esto por nuestra experiencia parece ser que es directamente proporcional a la pobreza del lugar. Es habitual ver cómo se pasan la comida de unos a otros, aunque no sólo comparten la comida, a veces no hay suficientes vasos, platos o cucharas (¿en España los niños pobres también comen sólo con cuchara? - preguntaba un niño-) y se comparten y punto.


La oración antes de comer

Las pulgas (los bebés) merecen un capítulo aparte, ¡vaya tela!, 40 bebés bajo el cuidado de dos mujeres y la ayuda de los voluntarios, que empezamos apareciendo por allí a ver lo monos que son y terminamos yendo a diario para echar una mano dándoles de comer y lo que haga falta (bueno, reconozco que el paso por boxes yo no lo he hecho, jajajja). Lo más chocante que hemos visto ha sido a un bebé de pocos meses tomando su biberón apoyadito en su propio brazo sin la ayuda de nadie! Aunque también se nos caía la baba viendo a un niño de dos años dando de comer a una de pocos meses. Vamos, que la supervivencia es lo que tiene, al final se apañan con lo que hay.

Pero sin duda alguna, lo que te rompe el corazón es la necesidad de cariño que tienen todos estos renacuajos: buscan un abrazo en cualquier momento, los más peques se te abrazan a la pierna o se te duermen apoyados en tu pierna mientras estás sentado dando de comer a otro, las pulgas te llaman papá desde el primer momento en que te ven. Un ejemplo que confirma esta necesidad, es María, una niña que el primer día que llegamos tenía frío y le di un abrazo para abrigarla... desde ese día se convirtió en mi sombra siguiéndome a todas partes hasta el último momento, cuando se quedó llorando en la puerta de la comunidad para despedirnos. ¡Mirad que guapa es!

Bastaaaaantes fotos


La comida está lista

Preparando las pizzas de despedida

Salando pollos para la gran pollada (10.000 raciones)

Protocolo de actuación ante terremotos

La colada

Huyendo de la cámara


Las Pulgas


Cati

Monito zampando como siempre

Los "mayores"

Cuñaaao

Miguel  encantado con Laura

Batalla campal

Lástima que no la vimos caminar solita

Pedazo siestaca

Otra de las princesitas

Se nota que es nuestra preferida, jeje

Corriendo hacia la cámara

Madre e hija

Así da gusto dormir

Lucy saboreando el arroz

Ruby, alias Cabeza (para mi ojazos)

Nos encanta esta niña

Laura con los peques

Todos tienen su momento

Miguelito endiablado

Los monos también tienen mocos

Laura & Ruby

Hello!

Foto de familia

Está siendo un duro día para algunos, jojo

Bendinat


Viendo la tele

Me llevo dos

Hay hambre

El gran Tacuchi... es guapo realmente, jaja

Pajarito, el más travieso de los Bendinat

Cualquier momento es bueno para leer

Ellos también quisieron jugar con las perspectivas

Bombero, el futuro mago de la comunidad

Despedida con pizzas para todos

Suzuki


Las pequeñas de las Suzuki: Florcita y Mari cielo

Fiesta de despedida

Diana y Merián

Sandra, alias Chavito

Vanessa

Fiesta de despedida




2 comentarios:

  1. Todo una experiencia, seguro que ahora veis las cosas de otra manera y las valoráis más.Seguro que os habréis encariñado un montón, ale una experiencia más de este super viaje que estáis hacienco. Ahora toca desconectar un poco y disfrutar de otra manera, ya estamos cogiendo el avión!!!!!colombia nos espera!!!

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  2. Bueno sin palabras yo tambien hubiera disfrutado colaborando porque
    cuando se da se recibe mas a cambio ¿a que si?.Estas experiencias son las que te hacen persona y reflexionar lo mal que estan los bienes repartidos.besicos

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