Transmisión en Cartagena

Nuestra llegada a Cartagena tenía un objetivo claro: conseguir un velero para ir a Panamá cruzando el archipiélago de San Blás. Sabíamos desde el principio que nos iba a costar varios días conseguir un buen velero y a un precio insuperable, jeje. El plan era perfecto: por las mañanas visitar el puerto deportivo para hablar con los capitanes y por las tardes disfrutar de Cartagena. La cosa no pintaba mal, desde un principio conseguimos contactar con tres capitanes y ver sus veleros.

El primero fue el Manigua, capitaneado por José Antonio, un canario que a sabiendas de que probablemente tuviese la mejor embarcación de la marina (nos pedía $550). El velero impoluto, pero nos dio la sensación de que el viaje no iba a ser muy divertido con él y que no iba a ser muy flexible con el programa.
Después hablamos con Lluís, el capitán catalán del Kawama, de sólo 4 plazas por lo que viajaríamos solos. El velero pintaba bien, pero su ayudante, un tal Lucho, no nos dio buena impresión. Nos pedían $400.
Por último visitamos el Victory, en las manos del veterano Hernando, un colombiano bastante cachondo que nos convenció fácilmente. Su velero está preparado con colchonetas en cubierta para pasar allí la mayor parte del tiempo. Si vas por la agencia te piden $550, pero a nosotros nos lo dejaba en $480. El único problema era que la transmisión del motor estaba siendo reparada en Bogotá, jojo, nos aseguró que para el jueves salíamos (claaaaro).

Bueno, tras las primeras conversaciones decidimos irnos a Playa Blanca a meditar, jeje, y de paso visitar una de las playas más bonitas que hay cerca de Cartagena.

No os vamos a aburrir con las diferentes opciones que hay para llegar a esta playa, situada en la isla Barú, pero en lugar de ir en barco como hacen todos los turistas, lo hicimos por carretera en bus, luego una barquita para cruzar a la isla, y finalmente en moto-taxi hasta la misma playa. Resultó ser una experiencia auténtica y mucho más económica.

Sobre la playa con ver las fotos suficiente ;) dormimos en unas hamacas y meditamos sobre el dichoso velero.

Ya de vuelta en Cartagena volvimos al abordaje del velero, ya decididos por el Victory, Hernando estaba seguro de que zarparíamos el sábado (¿no era el jueves?), todo parecía claro así que el viernes ya le pagamos la mitad y le dimos los pasaportes para que nos sellaran la salida de Colombia. Acto seguido nos fuimos de compras para la travesía (cervezas, refrescos, papas y todas esas guarradas para sobrevivir en alta mar, jaja). Ya todos ilusionados y con las cervezas a hombros, nos fuimos al bar donde nos había reunido a todos (unos ocho) para que nos conociésemos antes de embarcar. Pues cual fue nuestra sorpresa que el capitanísimo Hernando nos recibió con un: ¡NO HAY VIAJE! Les volvió a fallar la p... transmisión, así que nos quedábamos en tierra. Os podéis imaginar nuestras caras, ya nos veíamos navegando con luna llena rodeados de delfines, jeje, pero bueno, no había tiempo para lamentarse así que se puso en marcha el plan B.

Todo este periplo lo vivimos junto a Thoma, un francés que se unió a la fallida aventura marítima.

Total, que después de seis días en Cartagena, nos despedimos de ella por tierra y no por mar, pero eso ya es otra historia ;)

A por las fotos:

Calle solitaria

Vista aérea

1h antes nos dijeron que Cartagena drenaba bien

Playa Blanca

Nos recibió nublada pero aún así era hermosa

¡Qué aguas!

¡Bombaaa!

Pescadores

Poniendo las redes

Unos largos antes de la cena

Only you... y la piedra

Aguas cristalinas

Haciendo el chorra

Dispuestos a pasar la noche